Como ocurre en cualquier entorno vital, una buena planificación permite conocer de antemano el terreno para poder actuar de forma efectiva, minimizando los riesgos, y maximizando las oportunidades de éxito.
En el ámbito de los impuestos personales y empresariales, a pesar de su obligatoriedad, una buena planificación fiscal permitirá evaluar con antelación las consecuencias de cualquier decisión, para optimizar la gestión y rentabilidad. El sistema permite múltiples opciones que conviene conocer, evaluzar, medir y comparar para, en definitiva, reducir la carga tributaria dentro de los parámetros legales permitidos.
Para lograrlo, debemos trabajar como un "tándem".